sábado, 22 de febrero de 2014

“EL ENFOQUE DE SERVICIO AL USUARIO, EN LOS CENTROS PÚBLICOS DE SALUD”

Autor: Mario E. López, director de ANALITIKA Market Research.

E-mail: mlopez@analitika.com.sv

Objetivo: Analizar la aplicación del enfoque de servicio en los centros públicos de Salud.

Resumen/abstract
La calidad constituye una meta a lograr en diferentes áreas donde es necesario el cumplimiento de un proceso de atención a través de una interacción con otras personas. En este escenario, el estudio de la satisfacción usuaria se convierte en un referente clave para el desarrollo de la fidelización, ofreciendo como garantía una actitud favorable del paciente hacia el servicio. Particularmente, este enfoque ha sido también aplicado al campo de la Salud. De tal forma, la satisfacción de los pacientes se valora como un predictor de un proceso de atención exitoso.

Así pues, se presenta un ensayo científico sobre la aplicación del enfoque de servicio al paciente en los centros públicos de salud. Para ello, se conceptualiza el fenómeno y se expone su evolución. Además, se presenta la aplicación del servicio al paciente en el medio salvadoreño, señalándose su costo y beneficio.

Palabras clave
Salud, satisfacción usuaria, El Salvador, calidad

Introducción
Desde la mitad del siglo XX, el servicio orientado a la satisfacción del paciente ha cobrado fuerza a través de varias disciplinas (Wu, Liu & Hsu, 2008). De tal manera, la calidad constituye una meta a lograr en diferentes áreas donde es necesario el cumplimiento de un proceso de atención a través de una interacción con otras personas.

Sin embargo, la naturaleza y el contenido de la dimensión de calidad de servicio puede variar en función de diversos contextos culturales y profesionales (Bai, Lai, Chen & Hutchinson, 2008). Así pues, no es factible implementar una visión de estudio y abordaje de la calidad estandarizada para todo escenario. En este sentido, la adaptación constituye un factor primordial para estudiar la calidad en cada lugar.

Particularmente, apegarse a cada contexto es vital dado que las prácticas de calidad se originaron en el campo industrial exigiéndose un abordaje diametralmente diferente a rubros tales como los servicios públicos y el mercadeo (Jougleux, 2006). De cara a esto, es imposible obviar que el origen de la calidad fue en el medio de producción. Bajo esta lógica, la visualización de la calidad en el campo de los servicios exige una adaptación metodológica.

Por lo tanto, se deduce que el avance en el campo del estudio de la calidad ha sido dinámico y esto supone un reto constante para el abordaje en diferentes áreas. Esta tendencia se ha presentado en el campo de la salud donde las organizaciones han demostrado un interés por garantizar la calidad de los servicios (Nembhard, Alexander, Hoff & Ramanujam, 2009). La aplicación del concepto de calidad en la salud implica entonces una mirada a la calidad en un amplio campo de provisión de servicios.

Fundamentación conceptual
El término “calidad” se ha caracterizado por su naturaleza ambigua dada su amplitud de aplicación (Holmlund, 2007). Al ser un término abstracto y de gran uso actualmente, la definición no puede ser exacta. Esta concepción fue planteada por Reeves y Bednar (1994) al sugerir que diversas situaciones orientan a definiciones y aproximaciones específicas de calidad, considerando el logro de la excelencia como común denominador. Así pues, la calidad tiene como denominador común el alcance de un elevado nivel de excelencia en cualquier área donde sea aplicado.

No obstante, la dificultad radica en señalar a la calidad como un constructo multidimensional, es decir, compuesto por una variedad de factores que permiten el alcance de esa noción de excelencia (Bai et al., 2008). Por lo tanto, la medición de la calidad exige la identificación de las dimensiones esenciales para cada ámbito de aplicación.

En el campo de los servicios, la calidad ha sido vinculada a un factor clave: la satisfacción usuaria (Saravanan & Rao, 2007). En este sentido, la calidad de los servicios es evidenciada a partir de la opinión del receptor. 

Bajo este enfoque, es necesario definir a la satisfacción usuaria como el resultado de una interacción entre el proveedor de servicios y el paciente (Chang, Chen & Lan, 2013; Rahaman & Rahman, 2011; Swati, 2013). Así pues, la evaluación de la calidad depende de la valoración cognitiva del servicio.

Por ello, diferentes campos científicos se han interesado en explorar la satisfacción usuaria considerándola como un predictor de la lealtad de los pacientes (Dang, Westbrook, Black, Rodríguez-Barradas & Giordano, 2013). Basado en ello, el estudio de la satisfacción usuaria se convierte en un referente clave para el desarrollo de la fidelización, ofreciendo como garantía una actitud favorable del paciente hacia el servicio.

Particularmente, este enfoque ha sido también aplicado al campo de la Salud. De tal forma, la satisfacción de los pacientes se valora como un predictor de un proceso de atención exitoso (Nezenega, Gacho & Tafere, 2013) y de su adherencia a un tratamiento (Dang et al., 2013). Por lo tanto, los modelos de satisfacción usuaria tienen gran aplicación en el área médica como una herramienta para verificar el cumplimiento de los objetivos de salud y la continuidad del proceso de atención del paciente.

Sin embargo, la satisfacción usuaria en el campo de la Salud es un constructo aún más complejo que en otros campos de provisión de servicios a causa de la tensión existente entre la seguridad del paciente, el tipo de atención brindada y la diversidad de actores involucrados (Andel, Davidow, Hollander & Moreno, 2012; Pickoff, 2008). Bajo este enfoque, la satisfacción usuaria constituye una percepción donde los tratamientos no están exentos de dolor, generando una sensación displacentera. Así pues, el concepto varía de la medición de satisfacción usuaria en otros servicios como, por ejemplo, de tipo recreativos.

Por lo tanto, no sólo es necesario considerar la satisfacción usuaria sino también la comunicación y la confianza al estudiar la calidad aplicada al campo de la salud (Lee, Lee & Kang, 2012). Esta visión supone la inclusión de otros factores de importancia para el concepto de calidad en el campo de la salud.

Basado en ello, Donabedian (1996) propuso inicialmente un modelo de calidad aplicado al campo de la salud donde destacó tres aproximaciones: estructura, proceso y resultado (ver Figura 1).

A partir de ello, debe comprenderse que analizar la calidad en salud, implica sondear la satisfacción usuaria en tres aproximaciones de cara a abarcar una comprensión holística del constructo.

Así pues, debe definirse la satisfacción de los pacientes como el resultado de la percepción de la calidad focalizada en tres grandes ejes: estructura (Los recursos utilizados para brindar atención), proceso (La entrega del servicio) y resultado (Los efectos obtenidos del servicio) (Wu et al., 2008). Se concibe entonces un enfoque integral donde la calidad abarca tanto aspectos del entorno como también del vínculo con el personal y de los efectos resultantes de este servicio. 


De cara a ello, Tang (2012) considera a la satisfacción usuaria en el campo de la Salud como una respuesta sumativa que combina elementos tanto cognitivos como afectivos para valorar de manera global la atención recibida. Bajo el enfoque de este autor, la evaluación implica una comparación entre las emociones y los pensamientos derivados del contacto con el centro de salud y su personal.

En particular, esto ha sido visualizado en la medición a través de escalas de satisfacción usuaria donde los reactivos se centran en dos ejes: valoración afectiva/interpersonal y competencia técnica (Jean-Pierre, Fiscella, Winters, Post, Wells, McKoy, Battaglia, Simon, Kilboum & The Patient Navigation Research Program Group, 2012). La existencia de estos dos criterios señala la naturaleza integrativa del fenómeno. Sin embargo, Jean-Pierre y colegas (2012) subrayan el énfasis en la valoración afectiva como mayor predictor de la satisfacción usuaria.

Bajo esta tendencia, los modelos actuales sobre satisfacción usuaria han sido adaptados al escenario de la salud (Wu et al., 2008). Esto ha supuesto la incorporación de diferentes perspectivas como el modelo SERVQUAL propuesto por Parasuraman en 1988 (Morrison, 2004; Parasuraman, Zeithaml & Berry, 1988; Swati, 2013) o el modelo de la Evaluación del encuentro de servicio planteado por Bitner (Bitner, 1990; Chang et al., 2013). A partir de estos enfoques, se concibe indispensable la propuesta de un diseño de investigación de la satisfacción usuaria susceptible de reflejar la respuesta aditiva de estructura, proceso y resultado en los servicios de salud brindados.

Esta visión permite la obtención de indicadores más objetivos para determinar conductas favorables entre la población adscrita a un determinado centro de salud (Suhonen, Papastavrou, Efstathiou, Tsangari, Jarosova, Leino-Kilpi, Patiraki, Karlou, Balogh & Merkouris, 2012). Tener información científica que señale de manera más precisa las características de la población, facilita entonces la elaboración de políticas de servicio más apegadas al entorno social donde se desenvuelven los pacientes. 

Evolución
La visión teórica sobre calidad en Salud ha surgido de las concepciones sobre el fenómeno a través del tiempo. Inicialmente, los centros de salud fueron concebidos como un símbolo de la tecnología médica de última generación, orientados a garantizar una accesibilidad para toda la población (Perissino, 2011). De tal manera, la calidad implicaba el número de personas adscritas a un servicio de salud pues la mayor cobertura aseguraba un bienestar para un amplio segmento poblacional.

Esta tendencia busca el incremento de beneficiarios de los programas de salud, garantizando un bienestar generalizado en toda la población de un determinado territorio (Fort, Grembowski, Verdugo, Morales, Arriaga, Mercer & Lim, 2011). Por lo tanto, la satisfacción usuaria radica, bajo este enfoque, en la inclusión dentro de un sistema de salud.

No obstante, el dinamismo del fenómeno de Salud ha supuesto un cambio organizacional dentro de sus instituciones donde la subdivisión de las tareas ha dado lugar a procesos de trabajo por parte de equipos multidisciplinarios (Coluccia, Ferretti & Cioffi, 2009). Bajo este concepto, la infraestructura no juega un rol único sino complementario y el enfoque primordial radica en los recursos humanos y su trabajo coordinado. En este sentido, la tendencia actual señala que la atención en Salud es una tarea de equipos y no individual (Muralidhar, Taneja & Ramesh, 2012). Implica el trabajo conjunto de diversos profesionales para realizar un análisis a mayor profundidad sobre la calidad.

La visión de cobertura parece insuficiente para este enfoque donde la tarea de calidad debe incluir reducción de los errores médicos, disminución de costos y garantizar la seguridad del paciente (Lee et al., 2012). Es entonces vital que el paciente reciba una atención integral donde los equipos trabajen para garantizar su bienestar por medio de procesos estructurados.

En este sentido, para Hötzel y colegas (2013), el esfuerzo por obtener información sobre la satisfacción usuaria es principalmente clave para el nivel primario de atención. Esto ha generado un deseo por el estudio científico de este fenómeno desde el primer vínculo del paciente con el sistema de salud.

Así pues, la calidad en el nivel primario es definida como la prestación de servicios tanto accesibles como integrales para la mayoría de la población, asegurando una relación sostenida en el tiempo con los pacientes (Berra, Hauser, Audisio, Mántaras, Nicora, De Oliveira, Starfield & Harzheim, 2013). Por lo tanto, se considera vital la combinación entre cobertura, la prestación de servicio y su evolución a través del tiempo para poder analizar su grado de calidad.

Esta concepción de integralidad se vincula con la propuesta teórica de Donabedian (1996) donde se expone la interacción entre estructura, proceso y resultado. Organizacionalmente, esta visión ha exigido romper con la visualización de la atención en salud basada en estructuras verticales u horizontales, es decir, en enfoques focalizados en optimizar sólo recursos o cobertura (Keugoung, Macq, Buvé, Meli & Criel, 2011). De tal forma, la tarea de orientar la atención en salud ha evolucionado hacia una tarea holística que se ha traducido en un nuevo enfoque organizacional.

Ha surgido entonces una aproximación organizacional diagonal, donde el financiamiento, la infraestructura, los recursos humanos y las existencias de medicamentos son componentes de un trabajo en equipo para garantizar una percepción usuaria de calidad en el campo de la Salud (Ooms, Van Damme, Baker, Zeitz & Schrecker, 2008). Basado en el enfoque de calidad, las propuestas teóricas han exigido una visión organizacional innovadora donde los procesos son analizados a partir de la interacción de subsistemas o equipos.

Ante ello, la satisfacción usuaria ha sido medida en función de cuatro grandes áreas: comparación de sistemas o programas de salud, evaluación de la calidad de los servicios de salud, identificación de servicios con poca aceptación y relación entre prestación de servicios y resultados en el paciente (Seclén-Palacin & Darras, 2005). En el plano concreto, la medición de la satisfacción usuaria ha evolucionado considerándose la aplicación del modelo de Donabedian (1996) a los programas de salud, su ejecución y sus resultados.

Estado actual en El Salvador
En El Salvador, el sistema de salud está compuesto por el privado y el sector público. El sector público incluye al Ministerio de Salud [MINSAL], el Instituto Salvadoreño del Seguro Social [ISSS], el Instituto Salvadoreño de Rehabilitación a los Inválidos [ISRI], la Sanidad Militar, el Instituto Salvadoreño de Bienestar Magisterial [ISBM] y el Fondo Solidario para la Salud [FOSALUD], estrechamente vinculado con el MINSAL (Acosta, Sáenz, Gutiérrez & Bermúdez, 2011; Organización Panamericana de la Salud [OPS], 2007). Así pues, existen varias instituciones públicas que ofrecen atención a la población salvadoreña, aunque el MINSAL y FOSALUD abarcan a los sectores más vulnerables de la sociedad.

En 2005, el Ministerio de Salud ya señalaba deficiencias a nivel de los recursos humanos, la gestión de insumos asistenciales, el monitoreo y supervisión, la falta de estandarización en la prestación de los servicios de salud y la ausencia de un sistema de categorización (Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social [MSPAS], 2005). De tal manera, se evidenciaron problemas principalmente a nivel procesual dentro de la prestación de servicios. Ante ello, al analizar el sistema de salud, la percepción usuaria sobre la calidad ha sido baja en relación con los procesos administrativos y de atención médica (Gutiérrez, 2010). Por ello, surge la necesidad de una mayor profundización en el abordaje de la temática.

Sin embargo, otros estudios descriptivos han señalado niveles altos de satisfacción en función del análisis de un centro de atención específico (Funes, 2011; Guerra, Molina & Ortiz, 2010). En este sentido, el abordaje del tema de la calidad de los servicios de salud en El Salvador, ha reportado resultados mixtos donde la lectura de resultados sugiere cautela a causa de aproximaciones metodológicas basadas en evidencia meramente descriptiva.

A nivel gubernamental, han existido esfuerzos por proponer programas orientados a garantizar la calidad de los servicios de salud como se evidenció en 2005 (MSPAS, 2005; OPS, 2007) y en 2012 (MINSAL, 2012). La estrategia de 2005 se centró en la elaboración de un instrumento para analizar el rol en la reducción de los riesgos propios de la atención en salud y la mejora de la satisfacción usuaria (OPS, 2007) (ver Tabla 1). Las estrategias se focalizaron particularmente en la dimensión estructural de la calidad, con un menor acercamiento a aspectos de procesos. 


Por otro lado, la estrategia actual del MINSAL (2012) plantea el abordaje de la calidad a partir de catorce estrategias (ver Tabla 2). A partir de las estrategias, se deduce un mayor énfasis en aspectos procesuales y de resultados en la atención en salud.

No obstante, a pesar de este esfuerzo, datos parciales señalan que la percepción usuaria ha decaído evidenciándose una disminución de la satisfacción de 25.5% para 2012 explicado por el aumento de la demanda hospitalaria (Bossert & Hill, 2013). 


Por lo tanto, aspectos estructurales también están generando una baja percepción a nivel de la calidad en salud y éstos no están contemplándose en la evaluación actual del fenómeno a nivel gubernamental.

Así pues, ninguna de las propuestas para el estudio de la calidad señala una visión integral entre estructura, proceso y resultados. En este sentido, la visión es demasiado segmentada no pudiéndose profundizar en la dimensión holística del fenómeno de la calidad como lo señala la literatura científica actual.

Costo-beneficio
En la actualidad, la calidad se ha convertido en un atributo clave de la atención médica de cara a la sostenibilidad del sistema de salud (Granados-Cosme, Tetelboin-Henrion, Torres-Cruz, Pineda-Pérez & Villa-Contreras, 2011). Constituye entonces un elemento clave para poder orientar las políticas de acción y generar un beneficio social.

Particularmente, esta visión ha cobrado mucha importancia en el siglo XXI donde la población se ha convertido en una beneficiaria crítica que exige no sólo mejores resultados sino también procesos de atención integrales (Lee et al., 2012). Por ende, el análisis de la calidad no puede ser una tarea simple, sino una labor compleja donde se analice una multiplicidad de factores.

De tal manera, los beneficios sociales de la calidad son notorios al generar confianza como un factor básico en el bienestar tanto individual como colectivo. (Schwartz, 2011). Si la población percibe la calidad como un elemento constante en la atención, su confianza se mantendrá a largo plazo, garantizando un interés continuo por mantener un nivel de salud.

Al asegurar un nivel de calidad en los procesos, también se evidencia la posibilidad de obtener un mejor uso de los presupuestos, evitando gastos en reparación de errores médicos y en pérdida de materiales o equipos (Andel et al., 2012). Por ello, bajo este enfoque, la reducción de costos y el incremento de beneficios sociales, son notorios al abordar el fenómeno de la percepción usuaria sobre la salud.

No obstante, la tarea implica una visión holística y no segmentada como lo han expuesto estrategias salvadoreñas tanto actuales como pasadas al abordar la calidad en salud

Implicaciones futuras
A futuro, la percepción usuaria sobre calidad continuará a ser un elemento clave en el campo de la Salud (Perissino, 2011; Vanniarajan & Arun, 2010). Así pues, será necesario continuar con su estudio. No obstante, en el plano metodológico, no puede obviarse la naturaleza compleja del fenómeno como lo señaló Pickoff (2008) donde la visión integral de los equipos multidisciplinarios es crucial (Lee et al., 2012; Rajagopal, 2013).

Por lo tanto, es esencial una visión más profunda de la percepción usuaria de la calidad a nivel nacional. Se estima necesario, a futuro, el abordaje del fenómeno desde un enfoque técnico más profundo, capaz de apegarse a las exigencias metodológicas actuales del fenómeno. Esto implica una visión integral entre los campos médico y administrativo para no sólo considerar infraestructura y resultados sino también procesos.

Conclusiones
La profundización sobre la percepción usuaria de los servicios de Salud se ha convertido en un elemento clave en la actualidad. Así pues, se constató la importancia de la percepción usuaria un concepto dinámico donde confluyen diferentes factores de índole tanto médico como administrativo y conductuales.

En este sentido, es necesario comprender que la percepción usuaria en este campo difiere de la aplicación pura de los modelos administrativos sobre el tema. Por ello, estudiar la percepción usuaria no significa una aplicación automática de modelos de otras disciplinas.

Por el contrario, supone un análisis en mayor profundidad sobre la adecuación del concepto al contexto particular del campo de la Salud. Esta adaptación permite una mayor validez en los procesos de recolección e interpretación de la realidad. Particularmente, implica una obtención de insumos técnicos y culturalmente anclados a la realidad concreta de cada escenario social.

De cara a la realidad salvadoreña, se vuelve crucial la indagación constante sobre el fenómeno de la percepción usuaria. No obstante, no debe consistir en un esfuerzo aislado sino, al contrario, como un proceso continuo. De tal manera, al contar con evidencia científica, será posible la obtención de evidencia que abone al desarrollo de políticas públicas más apegadas a los contextos locales.

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DICOTOMÍAS TEÓRICO-METODOLÓGICAS Y SUS RELACIONES. ESTUDIOS CUANTITATIVOS y CUALITATIVOS

RESUMEN. Este artículo expone las dicotomías teórico-metodológicas más notables al hablar de enfoques cualitativos y cuantitativos, estudia y reflexiona sobre la separación y el abordaje que se hace de ellos, y nos da una clara perspectiva de cómo superarlas y comprenderlas, así como de las consecuencias metodológicas. 
Los investigadores, promulgamos a menudo fines distintos a los enfoques, es fácil hablar de extremos y/o polos que estarían sustentados por las diferencias entre números y palabras.  La exposición que hacemos tiene sus propias peculiaridades, las cuales requieren así mismo grados de especificidad para ser reconocidos y aprehendidos.
Producto de este artículo queda en evidencia que la mayoría de investigadores refuerzan la escisión entre los enfoques cuantitativo y cualitativo por el bajo nivel de comprensión ontológico y epistemológico de lo subjetivo y objetivo.
A través de diversos autores de metodología de la investigación científica, adquirimos una serie de nociones acerca de los enfoques cualitativo y cuantitativo, que van creando una realidad, la cual está llena de percepciones, valoraciones y conceptualizaciones dadas por estos. Muchas de nuestras percepciones son erróneas, ya que están basadas en prejuicios, prenociones, intuiciones, comprensiones, de autores que a veces muy poco o casi nunca nos tomamos el “tiempo” de comprobar si lo que leemos, es una realidad que no permite duda alguna, es parcializada o es limitada. Nos basamos en que la convergencia y cosmovisión de diversos autores de libros y/o revistas científicas, sobre los enfoques son la verdad, a la cual debemos alinearnos, este artículo ayudará a comprender como  esas representaciones que tenemos sobre los enfoques son imprecisas producto de la poca o vaga comprensión teórica-metodológica. 

La contraposición que existe entre el método cualitativo y el cuantitativo, entre lo subjetivo y objetivo, es una realidad que en lugar de deformar conceptos, ha llevado a los investigadores, a conceptualizar, estructurar y ordenar los enfoques, por lo cual a mi juicio es notable que se hagan tales acepciones “complejas” por la profundidad teórica que conllevan, y porque la dicotomía al final ha tenido un fin utilitarista para la comprensión, y ha sido una verdad aceptada en muchos ámbitos académicos, lo cual no significa que por ser aceptada por muchos, sea buena o posea una validez científica…  


Es interesante como la superación de las dicotomías y una posición más abierta permitirán un avance en las ciencias sociales, los supuestos científicos modifican la propia cosmovisión de lectores asiduos de nuevos conocimientos, al punto de estimular cambios en la conducta hacia una mejor teorización, así como una adhesión radical a una contraposición. “El conocimiento ayuda a modificar la realidad y ésta actúa modificando el conocimiento” (Godoy, 2013), por lo tanto a los investigadores nos debería ser útil el intentar superar esta disyuntiva desde un punto de vista pragmático.

Se apela a distinguir claramente que el ser humano objetiva su subjetividad (sus necesidades, sus visiones, sus sentimientos, emociones, intereses, etc.), por lo tanto la subjetividad del ser humano también es objetiva (Mario Zetino, 2014). Por otra parte el ser humano subjetiva la objetividad de la realidad y sus relaciones (sus necesidades e intereses, cambian o se modifican, surgen nuevos y otros son superados, se modifican las formas de pensar, se crean nuevas estructuras de pensamiento). Por lo tanto la DICOTOMÍA entre objetivo y subjetivo es falsa.

Esa convergencia de lo subjetivo-objetivo, nos hace pasar de lo simple a lo complejo, de lo superficial a lo profundo, de lo inferior a lo superior en la discusión de la dicotomía, que al final se va diluyendo y convirtiendo en falacia.

La realidad es la intención de lo que queremos saber de la realidad….. y como lectores de este artículo, nos podemos hacer la pregunta, ¿para qué sirve –saber- que lo subjetivo y lo objetivo no tienen diferencias o que inexiste la dicotomía? , ¿Qué gano con comprenderlo?, ¿Cuáles son las motivaciones del articulista?...  La respuesta es fácil de responder, ya que nos envuelve en un proceso de intelección, que nos lleva a un modo de entender la realidad más allá de lo que previamente entendíamos, y nos da sentido crítico y razón, alojando en nuestra conciencia ese nuevo conocimiento que es básico para el avance de las ciencias sociales.

Hay cierto grado de comportamiento en mí, que está condicionado por los significados y racionalidad practica que se le ha venido dando a la DICOTOMÍA, en términos no absolutistas acepto la teorización que hacen autores como Dr. Zetino, ya que hay un preguntar, un identificar, un comprender, un enjuiciar, lo cual me hace comenzar a definir una nueva realidad, haciéndome abstracciones, delimitaciones y reformulaciones de mi verdad; replanteando, reafirmando, reestructurando y reconstruyendo el pensamiento que hasta ahora tenía sobre lo CUALITATIVO y CUANTITATIVO.

La realidad es aprendida y comprendida por medio de la interacción o las relaciones (no se construye conocimiento aislado de las relaciones),  es un proceso de conciencia de una temática a veces descuidada por los escritores metodológicos. En muchos casos perdemos el sentido de muchas cosas que se crean de la razón, cosas que creímos o nunca imaginamos que podría ser y son y muchas de las que son, no las comprendemos y podemos perder el sentido cuales son importantes.  

Al comprender la realidad nos hacemos diferentes a los animales……, ya que mi adaptación a la realidad es racional y no instintiva, los animales entran a su realidad sin pensarla, la realidad puede resultar cómoda para la razón inmediata pero a veces incomoda.

No cabe duda alguna que los artículos que al hablar de DICOTOMIA entre Cuali-Cuanti, adquirimos conocimientos, y la elección del enfoque adecuado nos permitirá construirnos explicaciones de la realidad. 

El problema surge y con esto concluyo, que aceptamos conocimientos erróneos o débiles en su fundamentación, pero se agrava pues metemos en una batalla campal ambos enfoques, o queremos hacer reinterpretaciones de lo objetivo-subjetivo,  perdiendo legitimidad las posiciones de lucha, legitimando cada quien lo suyo, lo que le conviene o lo que para su realidad tiene un fin utilitarista.

Como bien lo dijo alguna vez Kant, ¿No será que esta supuesta dicotomía ha sido un mero fuego fatuo y, lo que es peor, un fuego alimentado con puros conceptos?